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La conexión entre La Lastra y Puente Castro obliga a nuevas prospecciones en una ciudad en la que pudieron vivir entre el siglo I y el III cerca de dos mil personas
Su existencia ya se conocía, pero es ahora -"a consecuencia de la obra del puente de La Lastra con Puente Castro-" cuando van a salir a la luz nuevos datos sobre este vicus, cuyo nombre era Ad Legionem VII Geminam . Así, cabe destacar que la ciudad, situada en la margen izquierda del río Torío, junto al actual cementerio municipal, tendría alrededor de dos mil habitantes y se generó a causa de la llegada de militares de la Legio VII que, al licenciarse, decidieron quedarse en la zona. Hay que reseñar la importancia de este vicus por cuanto que aparece en los Itinerarios de época romana (Itinerario de Antonino). Exactamente estaría en el recorrido de la vía número 1 -"De Italia in Hispanias-" que desde Legio partía hacia el este, a escasa distancia del puente por el que la calzada salvaba el cauce del río Torío.
En la memoria que el Ayuntamiento ha enviado al Gobierno -"se solicita una subvención para hacer frente a los trabajos arqueológicos valorados en casi 450.000 euros-", se destaca que algunas de las construcciones halladas pueden identificarse claramente con casas de planta rectangular, y una de ellas cuenta con un patio porticado o peristilo, en torno al cual se disponían las diversas estancias. Además, otra presenta una planta basilical, terminando en un ábside de planta cuadrada. Este hecho viene a confirmar la importancia del vicus y su estrecha relación con el campamento, hasta el punto de que son varios los arqueólogos que defienden que se trata de la verdadera cannaba de la Legio VII.
Pervivencia. Esta ciudad pervivió al menos desde el siglo I hasta el III d.C y fue descubierta durante las obras de la ronda sur hace ahora nueve años. Entonces, salieron a la luz varias estructuras orientadas de sureste a noreste. Además, hay que destacar la aparición de restos destacables en los niveles arcillosos del yacimiento. Es el caso de un gran número de elementos de material médico y quirúrgico, así como de platos y cuencos. E n lo referente a las piezas decoradas, las que se han documentado son las típicas de la época altoimperial: frisos compuestos por círculos concéntricos, segmentados, dentados, etc, con motivos vegetales y zoomorfos, elementos humanos y bastoncillos. Los arqueólogos que realizaron la excavación (José Carlos Álvarez Ordás, pablo Rodríguez González y Noemí Martínez Murciego) destacaron que el hecho de que la investigación no hubiera sacado a la luz decoración con guirnaldas era una señal de que las piezas corresponden al siglo II d.C. Dentro de los materiales cerámicos que no se corresponden con la vajilla de mesa, se encontraron numerosos fragmentos de cerámica de cocina, tales como ollas, jarras, ánforas y botellas. Mención aparte merece el hallazgo de un gran número de elementos médicos y quirúrgicos, tales como mangos de escalpelo, cinceles, losetas para preparar medicamentos, sondas, ventosas, agujas, pinzas o flebótomos. Una de las piezas más curiosas es el myzon o pinza para tumores. Este objeto demuestra que no sólo se realizaban operaciones de cirugía menor.
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