Valencia romanizada
http://www.abc.es/20070730/valencia-valencia/valencia-romanizada_200707300250.html
POR MARTA MOREIRA
La historia de la romanización en los territorios valencianos es la historia de la primera y mayor época de dominación en este lado del Mediterráneo. Su llegada a estos lares data en torno al 217 a.C., cuando el procónsul Publio Cornelio Escipión descendió desde su emplazamiento en Tarraco (actual Tarragona) para arrebatar a los cartagineses la ciudad íbero-edetana de Arse (Sagunto), que por entonces era una aliada de Roma de gran interés estratégico. Estos acontecimientos, que provocaron el estallido de la Segunda Guerra Púnica con el intento de Aníbal de atacar Italia desde España, derivó años después en la expulsión de todos los enemigos de Roma de la península, y la primera cimentación de las relaciones que los romanos mantendrían con los indígenas hasta el siglo II d.C.
La permanencia romana estuvo por algún tiempo justificada por los indígenas íberos, pero la decisión del senado romano de provincializar Hispania en el 197 a.C. desencadenó un levantamiento generalizado. Sea como fuere, la zona quedó integrada a la provincia de Citerior, en la que se reafirmó a algunas ciudades íberas -Saetabis (Játiva), Edeta (Líria) o La Alcudia- como cabeceras regionales.
Parece ser que la fundación de Valentia (Valencia), en el 138 a.C. se debió a la necesidad de disponer de una base romana que reforzara la zona costera entre el Ebro y Carthago Nova (que ya había sido arrebatada a los cartagineses).
En décadas sucesivas, Hispania Citerior fue testigo involuntario de las guerras intestinas que se producían en el seno de la República romana, y que enfrentaron a Sertorio con Pompeyo y pasaron después al poder diactatorial de Cayo Julio César, que fue transferido finalmente a Octavio Augusto en el siglo I d.C.
Augusto, primer emperador de la historia de Roma, fue artífice de un inteligente plan de organización político-administrativa para Hispania que pretendía asentar a los veteranos del ejército en nuevas colonias y a su vez promocionar a los naturales del país para que se pusieran de lado del gobierno imperial. Este proceso tuvo continuación con los sucesores de Augusto, que completaron el cuadro de las ciudades romano-valencianas, en las que se fueron conquistando los derechos consustanciales a la ciudadanía romana.
Los largos periodos de paz se alternaron con sucesivos ataques de bárbaros y vándalos, cuyo contraataque requirió incluso que los romanos dejaran entrar en la península a los visigodos y aceptaran su tutela militar. Las correrías bárbaras, sin embargo, nunca cesaron de ser un quebradero de cabeza. Eventualmente, el control visigodo de buena parte de la Hispania favoreció la decisión de su rey Eurico de anexionarla al reino visigodo de Tolosa entre el 475-476 d.C, aprovechando la desaparición del Imperio Romano de Occidente.
Economía
La conquista romana no afectó de forma sensible a los rasgos de la estructura económica creada por los íberos, sobre todo en los doscientos años del período republicano. Su mayor innovación fue el sistema de detracción fiscal, que obligaba a pagar tributos en forma de dinero o en especie. No obstante, desde finales del siglo I a. C. las reformas imperiales perseguían que las provincias fuesen zonas activas y receptoras de bienes. Para ello alentó un movimiento de colonización itálica y de reticulación de tierra, que facilitaba las asignaciones uniformes.
En el terreno agrario se produjo una verdadera revolución cuando la autárquica agricultura ibérica fue sustituida por otra mucho más mercantil, para satisfacer las necesidades de los núcleos urbanos. El territorio valenciano está plagado de villas o centros de explotaciones agrarias, grandes pero carentes de suntuosidad, que dan una idea de la intensa actividad rural de la zona. Los romanos introdujeron además importantes innovaciones técnicas, como el sistema de regadíos y el abono de terrenos, así como medios de captación y distribución de agua como las norias, los azudes, las acequias y los molinos.
Entre los sectores económicos que gozaron de mayor difusión destacan los vinos saguntinos, apreciados por su bajo precio y calidad, la cerámica y los tejidos de lino, que llegaron a ser superiores que los egipcios y árabes. La red de transporte de mercancías se realizaba por navegación, aprovechando la arteria costera Vía Augusta, eje de conexión entre los principales núcleos urbanos, así como con la Galia, Italia y la Bética. Las investigaciones arqueológicas han identificado numerosos mojones (miliarios), que sobrevivieron en la Edad Media.
El clima de prosperidad fue minándose como consecuencia de las tensiones políticas, las invasiones y la presión fiscal, hasta que a mediados del siglo III d.C. muchos minifundistas debieron ceder sus tierras a grandes propietarios.
El legado que dejaron los romanos en la Comunidad fue rico cultural y administrativamente, y tiene su último referente arqueológico en el nuevo Museo de la Almoina, donde el visitante puede pasear entre las ruinas de las céntricas vías de Valentia.
30 de julio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario