26 de agosto de 2005

Palencia

Maravillas en el olvido

http://www.diariopalentino.es/secciones.cfm?secc=Opini%C3%B3n&id=194440


MARTA REDONDO
Muchos de los que estamos a la espera de disfrutar nuestras ansiadas vacaciones, hemos pasado el verano trabajando en la Monta?a Palentina. La comarca norte?a es sin duda uno de los paraísos vacacionales para miles de hijos de la tierra que fueron a Bilbao, Valladolid o Madrid en busca de nuevos horizontes. Ellos son los que realmente reconocen lo genial que es nuestra tierra, y saben de los valores arqueológicos, monumentales y naturales de nuestro entorno.

Pero sin duda, hay algunos que no se han dado cuenta aún de las posibilidades y la riqueza que tiene la Monta?a. Desde las diversas instituciones se otorgan subvenciones para arreglos de infraestructuras y zonas turísticas, sin embargo dejan muchas maravillas en el olvido.

Hace poco me sorprendió gratamente que unas jóvenes estudiantes palentinas se acordaron de uno de los sitios con más magia de la zona. La Horadada, las Tuerces y por supuesto mi querido y emblemático Monte Cildá, son monumentos que para Junta, Diputación y Gobierno nacional, no tienen la misma importancia que otros. No sé si ustedes habrán tenido el placer de poder comer un bocadillo, coger setas, buscar en las cuevas, o leer un libro sobre una piedra que tiene más de mil a?os. Sin embargo, ese momento casi de meditación se rompe bruscamente cuando de repente dentro de Monte Cildá se aparece un reba?o de ovejas, el hechizo se va y la realidad nos dice que sólo queda un espacio para la imaginación.

Además existe un oppidum que también se ha quedado en el baúl de las ayudas regionales. Monte Bernorio no ha tenido la oportunidad de mostrar el esplendor que tuvo en las guerras cántabras. Del mismo modo también se pueden ver trincheras y parapetos de la Guerra Civil, al igual que las que hay en el Cocoto y el Terena, todos ellos han sido olvidados. Misma situación que está sufriendo el yacimiento romano del Portazgo, y tantos y tantos lugares... Todos son testigos de nuestro pasado y se merecen resplandecer otra vez.

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