La nueva luz de la Córdoba romana
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El yacimiento arqueológico de Cercadilla empieza a ser visible. Catorce a?os después de su descubrimiento, el público puede empezar a admirar los restos del palacio del emperador Maximiano, un edificio del siglo III que habla de la importancia de la ciudad
LUIS MIRANDA. CÓRDOBA/
Han pasado más de diecisiete siglos desde su construcción, y nada de lo mucho que ha sucedido a su alrededor ha conseguido borrar totalmente los vestigios del palacio del emperador Maximiano. Está en Cercadilla, un paraje de Córdoba en el que la historia quiso escribir algunas páginas que ahora se pueden leer gracias a evidencias cada vez más visibles. El yacimiento se ha abierto al público esta semana, catorce a?os después de su hallazgo en las obras de construcción de la estación del AVE.
Lo que después se conoció como «Huerta de Cercadilla» era en el siglo III un lugar privilegiado, junto a la Via Augusta. Muy próximos estaban el anfiteatro y el acueducto y a pocos cientos de metros se alzaban las murallas de Corduba, la capital de la Bética y una de las ciudades más importantes de Hispania. Allí se levantó, en los últimos a?os de aquella centuria, un singular palacio en honor del emperador Maximiano.
Un edificio de excepción
La directora de las excavaciones, Camino Fuertes, insiste en que los restos hablaban desde el principio de un edificio excepcional: por los materiales empleados, por su dise?o, por la altura de algunas partes del conjunto y por sus ocho hectáreas de extensión, muchas si se tiene en cuenta la superficie de la ciudad en aquella época.
Estaba íntegramente concebido para alojar al emperador. El aula central, en que concedía las audiencias, y los apartamentos constituían lo más importante. Antes había que pasar entre dos cuerpos de edificios, destinados principalmente al ejército, encargado de custodiar la residencia imperial. Una entrada flanqueada con dos torreones recibía al visitante. En ella, dos puertas daban paso al conjunto palatino propiamente dicho, que se articulaba en torno a una gran plaza central semicircular.
A su alrededor había multitud de edificios, de los que el más importante era el aula basilical central. En esta construcción había un ábside, y en él recibía el emperador en audiencia cuando se encontraba en el palacio. Cercadilla muestra sus restos.
Lo más llamativo del conjunto es el criptopórtico. Se trata de una galería semisubterránea que discurría bajo el semicírculo. Tras haber permanecido enterrado, ha conseguido sobrevivir al tiempo y las excavaciones han dejado a la luz un trayecto de varios metros en el que las paredes se muestran en perfecto estado y la bóveda en muchos casos también está intacta. Camino Fuertes explica que hay 60 metros de criptopórtico, que se irán excavando en los próximos a?os. El visitante puede caminar por la galería, a la que daban luz peque?as ventanas, situadas al nivel del suelo de la gran plaza.
Tras el aula basilical están los apartamentos imperiales, la zona en la que debía residir Maximiano. Estaba aislada del suelo por una serie de galerías. Las excavaciones han dejado a la luz todas las habitaciones, destinadas tanto al emperador como a unos pocos de sus acompa?antes. Son también visibles los cuartos de guardia, destinados a los soldados que tenían que custodiar a Maximiano.
La excavación permitirá que pronto se pueda ver el edificio termal. Camino Fuertes indica que esta construcción ya empezó a ver la luz, aunque la imposibilidad de acabar con aquel trabajo obligó a volver a taparlo. Su estado de conservación también es notable y son bien visibles todas las salas, especialmente el «frigidarium», o sala de agua frías, donde se muestra un rico suelo de mosaicos.
En el siglo IV, el emperador Constantino concedió el uso de algunas de las áreas del palacio como iglesias de culto cristiano, ya que el edificio había dejado de cumplir su función. Lo hizo a petición de su confesor, el obispo de Córdoba Osio. El templo se estableció en un aula de cabecera triconque, también perfectamente visible. La basa de una columna, integrada en los restos, muestra el lugar en que debió de estar el presbiterio. En la zona se hallaron objetos relacionados con dos obispos, de los que hasta entonces no se tenía noticia: Lampadio, del que hay una lápida que acredita su fallecimiento en 549, y Sansón, del que se encontró un anillo con su sello. El culto se mantuvo allí hasta el siglo XI y los enterramientos visigóticos y mozárabes en los alrededores son constantes.
Las vías del ferrocarril, que pasaban junto a Cercadilla en el siglo XIX, hicieron posible su conservación, ya que impidieron que la ciudad creciera por esa zona. En 1991, sin embargo, la estación del AVE partió en dos el yacimiento y destruyó sin piedad casi todos los restos, dejando en apenas dos hectáreas los vestigios de un palacio que había llegado a extenderse a lo largo de ocho.
Un papiro conservado en Estrasburgo afirma que el emperador Maximiano estuvo en Hispania en los a?os 296 y 297. No hay constancia de que visitara Corduba, pero la existencia del palacio hace pensar en que pudo ser posible. En primer lugar está el hallazgo de una placa con varias letras, en la que los expertos han sido capaces de descifrar una fórmula que alude al emperador Maximiano, con lo que se sabe que el palacio estaba destinado a él. Lo que no se ha podido encontrar es ninguna evidencia que acredite que efectivamente Maximiano utilizó como sede imperial el edificio de Cercadilla. Su visita tenía que ver con la campa?a contra las tribus «Mauri», unos pueblos bárbaros del norte de África que estaban creando peque?os problemas. Camino Fuertes explica cómo hay posibilidades de que Maximiano visitase Corduba en esta campa?a, de carácter más propagandístico que militar, pues las tribus no suponían una amenaza real para Roma. Así, estaba cerca del norte de África, era la ciudad más importante de la zona, estaba bien comunicada tanto por la Via Augusta, que pasaba a muy pocos metros, como por el Guadalquivir, que era navegable entonces en barcaza hasta Sevilla y desde allí en barcos de gran calado. Hay constancia además de que tras abandonar Hispania estuvo precisamente en África. Para esta visita pudo haberse construido el palacio, en el que aunque no hay evidencias determinantes pudo haber estado el emperador.
31 de julio de 2005
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