Veranes, una lujosa villa astur-romana en el centro de Asturias
CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA/CATEDRÁTICA DE ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Y DIRECTORA DE LAS EXCAVACIONES DE VERANES
http://servicios.elcomerciodigital.com/pg041121/prensa/noticias/OpinionArticulos/200411/21/GIJ-OPI-165.html
LAS noticias sobre las excavaciones realizadas en Veranes han ocupado, en las últimas semanas, bastantes páginas de la prensa, sin duda porque la ocasión lo merece, ya que se trata de dar a conocer a los ciudadanos una información preliminar sobre uno de los yacimientos arqueológicos más destacados, no sólo del concejo de Gijón, sino de Asturias y de todo el noroeste peninsular. Después de siete ańos de intensivo trabajo de campo en una ladera cercana a la antigua carretera de Gijón a Oviedo, en el lugar conocido como Venta de Veranes, estamos en condiciones de afirmar que este paraje estuvo ocupado desde tiempos relativamente tempranos de la presencia de Roma en Asturias, a partir de mediados del siglo I después de Cristo, si bien los edificios actualmente conservados pertenecen a un gran establecimiento de tipo villa que se construyó en el siglo IV después de Cristo, sobre las primitivas ruinas altoimperiales. La elección del lugar era inmejorable: en una vertiente a media ladera, orientado hacia el Sur, dominando visualmente un amplio territorio, bien comunicado con la vía principal, la conocida Ruta de la Plata, pero suficientemente alejado del paso concreto del camino que dista unos 800 metros de la entrada de la villa. Podríamos decir que en Veranes se cumple sobradamente una de las características de las 'villae' romanas: el ser un lugar dotado para la 'amoenitas', un paraje tranquilo y agradable para vivir, es decir, con atractivo por su encanto y belleza. Esta es una condición que los autores clásicos consideran imprescindible para disfrutar de los momentos del 'otium', el ocio, lejos del trajín de la urbe. En fin, un espacio donde se puede vivir olvidando, siquiera por un corto tiempo, el 'negotium', es decir, otras ocupaciones, asuntos o trabajos, para dedicarse al descanso, a la discusión filosófica o, simplemente, a la charla amable y amistosa y, tal vez, a la práctica de la caza, una de las actividades favoritas del 'possesor' o 'dominus', nombre que indistintamente se daba, en época romana, a los dueńos de las 'villae'. Evidentemente, estas formas de vida requerían espacios físicos en consonancia con los deseos y gustos de unos propietarios que, por otra parte, no renuncian a las comodidades de su vivienda en la urbe. Por eso, las partes más lujosas de las 'villae' se denominan 'pars' o villa urbana y cuentan con habitaciones semejantes a las de una casa de la ciudad ('domus'), con termas y estancias lujosamente decoradas. Sin embargo, una villa rural se diferencia de una 'domus' no sólo por su mayor tamańo y riqueza, sino por su intenso contacto con el paisaje a través de pórticos, galerías columnadas, terrazas, etcétera, que suponen una decidida apertura hacia la naturaleza circundante. Todo en las 'villae' manifiesta un creciente nivel de refinamiento y un notable gusto artístico, junto con una decidida voluntad del 'dominus' de expresar el poder mediante la edificación de estancias características como salones de recepción y ceremonial ('oecus') y amplios comedores para el 'convivium' de la familia y los invitados ('triclinium').También en estos aspectos Veranes responde a un modelo altamente significativo, pues hemos localizado una completa y esplendorosa 'pars' urbana de la villa: tras el portón de acceso situado al occidente del complejo, se accede a un gran patio distribuidor (el patio norte) a cuya izquierda encontramos las estancias de servicio (cocina, horno, granero, almacenes) y a la derecha, a través de una larga galería abierta a otro gran patio (el patio sur) y donde se suceden series de habitaciones ('cubicula'), se accede a las estancias principales de la vivienda del 'dominus', donde hallamos, en la terraza inferior, unas termas y en la siguiente, varios ambientes entre los que destaca un gran 'triclinium' rematado en un ábside semicircular que más adelante se convertirá en iglesia. Al norte del conjunto, en la terraza superior, un dilatado pasillo remata en una estancia rectangular pavimentada con un mosaico policromo que funcionó como gran 'oecus' ceremonial. Pero una villa romana no es sólo un complejo para el 'otium', sino que el 'dominus' posee una notable extensión de tierras, el 'fundus', y, en consecuencia, la villa, en su conjunto, ha de estar al servicio de la explotación de la tierra, por lo cual esa gran propiedad no es sino lo que hoy entendemos como una explotación agropecuaria o granja. Esta parte de las 'villae' dedicada a las labores productivas, con edificaciones más modestas para acoger a las gentes que trabajaban al servicio de la villa, así como zonas dedicadas a almacenes, hórreos, lagares, corrales, etcétera se denomina 'pars' o villa rústica y estaba gestionada por un administrador llamado 'vilicus'. En las cercanías de las 'villae' se situaba la necrópolis, donde se enterraban los miembros de la familia del 'dominus', a veces en espléndidos mausoleos. Son pocas las partes rústicas de la villas tardorromanas que se conocen en profundidad, unas veces porque la atención de los arqueólogos se ha centrado más en el estudio de la parte más ostentosa y otras porque las evidencias apenas se han conservado debido a la fragilidad de estos testimonios más modestos. En Veranes aún no se han encontrado pruebas constructivas de la parte rústica, aunque sí numerosos materiales de uso agrícola. En el mismo sentido, confiamos en que en ańos futuros salga a luz la necrópolis de la villa. Igualmente, se encuentra en estudio el dominio territorial que controlaría la villa de Veranes por tratarse de un aspecto básico para la comprensión íntegra de este destacado conjunto rural. Durante la tardía Antigüedad, a partir de mediados o finales del siglo V después de Cristo. la villa de Veranes se abandona y sus espacios comienzan a transformarse progresivamente. El 'triclinium-oecus' de la terraza sur se convierte en iglesia dedicada a Santa María y San Pedro, y en sus entornos se crea una necrópolis de inhumación vigente hasta el siglo XIV. Se han excavado más de 500 tumbas cuyos restos óseos se están estudiando detenidamente por un equipo de antropólogos que pronto nos darán a conocer las características físicas, (estatura, edad, enfermedades, etcétera) de la numerosa población rural enterrada en Veranes durante siglos. Disponemos, además, de información relativa a la ocupación de otras partes de la villa durante el Medievo, actualmente en fase estudio preliminar, pero que seguramente nos deparará alguna sorpresa. Hemos dicho en varias ocasiones que Veranes es un referente significativo para el conocimiento del arte medieval asturiano. Observamos soluciones constructivas, volumétricas y decorativas que nos remiten a edificios alfonsinos y ramirenses que encuentran un indiscutible precedente en la madurez de la arquitectura astur-romana presente en Veranes. En la tradicional discusión sobre ruptura y continuidad, la balanza se inclina más hacia la persistencia de ciertos elementos básicos. Hace muchos ańos que lo defendimos en relación con la pintura mural de Santullano y ahora, unos restos arquitectónicos monumentales y documentados arqueológicamente no los confirman. La edilicia de la villa gijonesa es raíz y preludio de la faceta artística más original de nuestro arte. A nadie se le escapa que los importantes hallazgos que hemos descrito en las líneas precedentes no habrían salido a la luz si el Ayuntamiento de Gijón y, en concreto, la Concejalía de Cultura no hubiera apoyado y financiado un proyecto de investigación de largo alcance como el que propusimos en su día bajo el título 'Arqueología e Historia en torno a la Ruta de la Plata en el concejo de Gijón', donde se inscriben los trabajos de Veranes y se integran un nutrido grupo de yacimientos del sector suroccidental del concejo gijonés. Es un proyecto en el que participan diversas instituciones desde distintos campos científicos ( Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Oviedo, Escuela Universitaria de Topografía de Mieres y el CSIC, con la participación ocasional de la Ficyt del Principado) porque los estudios arqueológicos actuales han de ser forzosamente multidisciplinares si queremos exprimir al máximo la información contenida en esos documentos materiales archivados bajo la tierra que el paso de los siglos ha conservado. En Veranes vamos leyendo meticulosamente esos 'archivos' y sabemos que nuestros descubrimientos son patrimonio de los ciudadanos, a quienes se les deben mostrar para que los disfruten y se puedan identificar con sus raíces milenarias. Esa es la labor de difusión que asumen las instituciones públicas y que en el caso de Gijón ha encontrado en el Ayuntamiento una disponibilidad que es carińosamente envidiada por muchos de mis colegas.
CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA/CATEDRÁTICA DE ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Y DIRECTORA DE LAS EXCAVACIONES DE VERANES
http://servicios.elcomerciodigital.com/pg041121/prensa/noticias/OpinionArticulos/200411/21/GIJ-OPI-165.html
LAS noticias sobre las excavaciones realizadas en Veranes han ocupado, en las últimas semanas, bastantes páginas de la prensa, sin duda porque la ocasión lo merece, ya que se trata de dar a conocer a los ciudadanos una información preliminar sobre uno de los yacimientos arqueológicos más destacados, no sólo del concejo de Gijón, sino de Asturias y de todo el noroeste peninsular. Después de siete ańos de intensivo trabajo de campo en una ladera cercana a la antigua carretera de Gijón a Oviedo, en el lugar conocido como Venta de Veranes, estamos en condiciones de afirmar que este paraje estuvo ocupado desde tiempos relativamente tempranos de la presencia de Roma en Asturias, a partir de mediados del siglo I después de Cristo, si bien los edificios actualmente conservados pertenecen a un gran establecimiento de tipo villa que se construyó en el siglo IV después de Cristo, sobre las primitivas ruinas altoimperiales. La elección del lugar era inmejorable: en una vertiente a media ladera, orientado hacia el Sur, dominando visualmente un amplio territorio, bien comunicado con la vía principal, la conocida Ruta de la Plata, pero suficientemente alejado del paso concreto del camino que dista unos 800 metros de la entrada de la villa. Podríamos decir que en Veranes se cumple sobradamente una de las características de las 'villae' romanas: el ser un lugar dotado para la 'amoenitas', un paraje tranquilo y agradable para vivir, es decir, con atractivo por su encanto y belleza. Esta es una condición que los autores clásicos consideran imprescindible para disfrutar de los momentos del 'otium', el ocio, lejos del trajín de la urbe. En fin, un espacio donde se puede vivir olvidando, siquiera por un corto tiempo, el 'negotium', es decir, otras ocupaciones, asuntos o trabajos, para dedicarse al descanso, a la discusión filosófica o, simplemente, a la charla amable y amistosa y, tal vez, a la práctica de la caza, una de las actividades favoritas del 'possesor' o 'dominus', nombre que indistintamente se daba, en época romana, a los dueńos de las 'villae'. Evidentemente, estas formas de vida requerían espacios físicos en consonancia con los deseos y gustos de unos propietarios que, por otra parte, no renuncian a las comodidades de su vivienda en la urbe. Por eso, las partes más lujosas de las 'villae' se denominan 'pars' o villa urbana y cuentan con habitaciones semejantes a las de una casa de la ciudad ('domus'), con termas y estancias lujosamente decoradas. Sin embargo, una villa rural se diferencia de una 'domus' no sólo por su mayor tamańo y riqueza, sino por su intenso contacto con el paisaje a través de pórticos, galerías columnadas, terrazas, etcétera, que suponen una decidida apertura hacia la naturaleza circundante. Todo en las 'villae' manifiesta un creciente nivel de refinamiento y un notable gusto artístico, junto con una decidida voluntad del 'dominus' de expresar el poder mediante la edificación de estancias características como salones de recepción y ceremonial ('oecus') y amplios comedores para el 'convivium' de la familia y los invitados ('triclinium').También en estos aspectos Veranes responde a un modelo altamente significativo, pues hemos localizado una completa y esplendorosa 'pars' urbana de la villa: tras el portón de acceso situado al occidente del complejo, se accede a un gran patio distribuidor (el patio norte) a cuya izquierda encontramos las estancias de servicio (cocina, horno, granero, almacenes) y a la derecha, a través de una larga galería abierta a otro gran patio (el patio sur) y donde se suceden series de habitaciones ('cubicula'), se accede a las estancias principales de la vivienda del 'dominus', donde hallamos, en la terraza inferior, unas termas y en la siguiente, varios ambientes entre los que destaca un gran 'triclinium' rematado en un ábside semicircular que más adelante se convertirá en iglesia. Al norte del conjunto, en la terraza superior, un dilatado pasillo remata en una estancia rectangular pavimentada con un mosaico policromo que funcionó como gran 'oecus' ceremonial. Pero una villa romana no es sólo un complejo para el 'otium', sino que el 'dominus' posee una notable extensión de tierras, el 'fundus', y, en consecuencia, la villa, en su conjunto, ha de estar al servicio de la explotación de la tierra, por lo cual esa gran propiedad no es sino lo que hoy entendemos como una explotación agropecuaria o granja. Esta parte de las 'villae' dedicada a las labores productivas, con edificaciones más modestas para acoger a las gentes que trabajaban al servicio de la villa, así como zonas dedicadas a almacenes, hórreos, lagares, corrales, etcétera se denomina 'pars' o villa rústica y estaba gestionada por un administrador llamado 'vilicus'. En las cercanías de las 'villae' se situaba la necrópolis, donde se enterraban los miembros de la familia del 'dominus', a veces en espléndidos mausoleos. Son pocas las partes rústicas de la villas tardorromanas que se conocen en profundidad, unas veces porque la atención de los arqueólogos se ha centrado más en el estudio de la parte más ostentosa y otras porque las evidencias apenas se han conservado debido a la fragilidad de estos testimonios más modestos. En Veranes aún no se han encontrado pruebas constructivas de la parte rústica, aunque sí numerosos materiales de uso agrícola. En el mismo sentido, confiamos en que en ańos futuros salga a luz la necrópolis de la villa. Igualmente, se encuentra en estudio el dominio territorial que controlaría la villa de Veranes por tratarse de un aspecto básico para la comprensión íntegra de este destacado conjunto rural. Durante la tardía Antigüedad, a partir de mediados o finales del siglo V después de Cristo. la villa de Veranes se abandona y sus espacios comienzan a transformarse progresivamente. El 'triclinium-oecus' de la terraza sur se convierte en iglesia dedicada a Santa María y San Pedro, y en sus entornos se crea una necrópolis de inhumación vigente hasta el siglo XIV. Se han excavado más de 500 tumbas cuyos restos óseos se están estudiando detenidamente por un equipo de antropólogos que pronto nos darán a conocer las características físicas, (estatura, edad, enfermedades, etcétera) de la numerosa población rural enterrada en Veranes durante siglos. Disponemos, además, de información relativa a la ocupación de otras partes de la villa durante el Medievo, actualmente en fase estudio preliminar, pero que seguramente nos deparará alguna sorpresa. Hemos dicho en varias ocasiones que Veranes es un referente significativo para el conocimiento del arte medieval asturiano. Observamos soluciones constructivas, volumétricas y decorativas que nos remiten a edificios alfonsinos y ramirenses que encuentran un indiscutible precedente en la madurez de la arquitectura astur-romana presente en Veranes. En la tradicional discusión sobre ruptura y continuidad, la balanza se inclina más hacia la persistencia de ciertos elementos básicos. Hace muchos ańos que lo defendimos en relación con la pintura mural de Santullano y ahora, unos restos arquitectónicos monumentales y documentados arqueológicamente no los confirman. La edilicia de la villa gijonesa es raíz y preludio de la faceta artística más original de nuestro arte. A nadie se le escapa que los importantes hallazgos que hemos descrito en las líneas precedentes no habrían salido a la luz si el Ayuntamiento de Gijón y, en concreto, la Concejalía de Cultura no hubiera apoyado y financiado un proyecto de investigación de largo alcance como el que propusimos en su día bajo el título 'Arqueología e Historia en torno a la Ruta de la Plata en el concejo de Gijón', donde se inscriben los trabajos de Veranes y se integran un nutrido grupo de yacimientos del sector suroccidental del concejo gijonés. Es un proyecto en el que participan diversas instituciones desde distintos campos científicos ( Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Oviedo, Escuela Universitaria de Topografía de Mieres y el CSIC, con la participación ocasional de la Ficyt del Principado) porque los estudios arqueológicos actuales han de ser forzosamente multidisciplinares si queremos exprimir al máximo la información contenida en esos documentos materiales archivados bajo la tierra que el paso de los siglos ha conservado. En Veranes vamos leyendo meticulosamente esos 'archivos' y sabemos que nuestros descubrimientos son patrimonio de los ciudadanos, a quienes se les deben mostrar para que los disfruten y se puedan identificar con sus raíces milenarias. Esa es la labor de difusión que asumen las instituciones públicas y que en el caso de Gijón ha encontrado en el Ayuntamiento una disponibilidad que es carińosamente envidiada por muchos de mis colegas.
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