Latinistas de la UCA ven «muy improbable» que la inscripción del siglo I a. C. encontrada en el Teatro Romano diga 'Eh, Balbo, ladrón', como anunció la Junta
El papel couché de la historia de Cádiz vivió la semana pasada un día grande. La Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía anunció que en el Teatro Romano se había encontrado una inscripción clandestina del siglo I a.C. que dejaba en mal lugar a Lucio Cornelio Balbo El Menor, promotor del recinto. Según una nota remitida por la Delegación, la inscripción decía «Eh, Balbo, ladrón», una frase de la que se hicieron eco decenas de medios de comunicacion como cierta. Ayer, la reputación del procónsul romano quedó menos manchada. Según los latinistas de la Universidad de Cádiz, es «muy improbable» que el que dejó su furtiva huella en el teatro romano quisiese hacer acusación semejante.
Así lo confirmó ayer José Maestre, catedrático y director del departamento de Filología Latina de la Universidad de Cádiz, que trabaja ya en colaboración con los arqueólogos para confirmar o no las hipótesis sobre el mensaje.
Según la información de Cultura, el grafito constaba de tres palabras. «La primera es latro, que significa ladrón. A continuación, parece ser que el artesano comenzó a grabar un monograma, pero no convencido del resultado, lo borró con varios golpes de mazo. Finalmente escribió con letras grandes y profundas el testimonio definitivo, un monograma compuesto por las letras BE cruzadas por una raya horizontal a modo de A y también de L. En ellas se esconde el protagonista a quien se dirige la maldición o insulto: Balbe, vocativo de Balbus. El resultado es pues: Latro, Balbe».
Ahora, las hipótesis son otras. Según Pepe Maestre, Latro se lee «diáfanamente, aunque habrá que ver qué es, ya que podría tener otros sentidos». Las mayores dudas se centran en la interpretación de BE como Balbe.
Existen «otras muchas posibilidades» para el sentido del grafito, aunque los latinistas no van a hacer pública ninguna de ellas hasta que examinen la piedra personalmente. Actualmente, Maestre está colaborando estrechamente con el equipo de arqueólogos para encontrar una solución, «si es que la hay».
Por su parte, el responsable del equipo de arqueólogos, Francisco Alarcón, asegura que la interpretación que acusaba al procónsul de ladrón no era más que «una primera hipótesis y que aún no se ha descartado. Esto es un proceso científico, como todos», dijo.
La piedra mide 80 centímetros -por el lado en el que está la inscripción-, y 15 centímetros de alto. La documentación elaborada por Alarcón y los arqueólogos Juan de Dios Borrego y Ángel Ventura, de la Universidad de Córdoba, desvela que dicha inscripción se hizo con puntero y mazo, y no con cincel. «Así que no se trata de una inscripción hecha en un taller, sino más bien un grafito ocasional realizado por un artesano con acceso a las obras de realización del Teatro», dice Cultura.
Balbo el Menor nació en el 80 a. C. (hay que distinguirlo de su tío, de idéntico nombre Lucio Cornelio Balbo el Mayor). Fue un militar y político hispano, de la familia de los Balbo, originiaria de Gades. Se distinguió en las campañas cesarianas de Egipto, Oriente, África e Hispania, fue cuestor de la Hispania Ulterior en el año 44 a. C., y luego quattorviro, propretor. Fue senador y procónsul de África donde obtendría una gran victoria sobre la tribu sahariana de los Garamantes. Llevó un gran botín a Roma en el año 19 a. C. y fue el primer general extraitálico en hacerlo. Construyó varios edificios públicos en Roma y en Gades ensanchando la ciudad y su puerto, y escribió un tratado sobre cuestiones religiosas llamado Exegeticon, y una tragedia, Iter.
El papel couché de la historia de Cádiz vivió la semana pasada un día grande. La Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía anunció que en el Teatro Romano se había encontrado una inscripción clandestina del siglo I a.C. que dejaba en mal lugar a Lucio Cornelio Balbo El Menor, promotor del recinto. Según una nota remitida por la Delegación, la inscripción decía «Eh, Balbo, ladrón», una frase de la que se hicieron eco decenas de medios de comunicacion como cierta. Ayer, la reputación del procónsul romano quedó menos manchada. Según los latinistas de la Universidad de Cádiz, es «muy improbable» que el que dejó su furtiva huella en el teatro romano quisiese hacer acusación semejante.
Así lo confirmó ayer José Maestre, catedrático y director del departamento de Filología Latina de la Universidad de Cádiz, que trabaja ya en colaboración con los arqueólogos para confirmar o no las hipótesis sobre el mensaje.
Según la información de Cultura, el grafito constaba de tres palabras. «La primera es latro, que significa ladrón. A continuación, parece ser que el artesano comenzó a grabar un monograma, pero no convencido del resultado, lo borró con varios golpes de mazo. Finalmente escribió con letras grandes y profundas el testimonio definitivo, un monograma compuesto por las letras BE cruzadas por una raya horizontal a modo de A y también de L. En ellas se esconde el protagonista a quien se dirige la maldición o insulto: Balbe, vocativo de Balbus. El resultado es pues: Latro, Balbe».
Ahora, las hipótesis son otras. Según Pepe Maestre, Latro se lee «diáfanamente, aunque habrá que ver qué es, ya que podría tener otros sentidos». Las mayores dudas se centran en la interpretación de BE como Balbe.
Existen «otras muchas posibilidades» para el sentido del grafito, aunque los latinistas no van a hacer pública ninguna de ellas hasta que examinen la piedra personalmente. Actualmente, Maestre está colaborando estrechamente con el equipo de arqueólogos para encontrar una solución, «si es que la hay».
Por su parte, el responsable del equipo de arqueólogos, Francisco Alarcón, asegura que la interpretación que acusaba al procónsul de ladrón no era más que «una primera hipótesis y que aún no se ha descartado. Esto es un proceso científico, como todos», dijo.
La piedra mide 80 centímetros -por el lado en el que está la inscripción-, y 15 centímetros de alto. La documentación elaborada por Alarcón y los arqueólogos Juan de Dios Borrego y Ángel Ventura, de la Universidad de Córdoba, desvela que dicha inscripción se hizo con puntero y mazo, y no con cincel. «Así que no se trata de una inscripción hecha en un taller, sino más bien un grafito ocasional realizado por un artesano con acceso a las obras de realización del Teatro», dice Cultura.
Balbo el Menor nació en el 80 a. C. (hay que distinguirlo de su tío, de idéntico nombre Lucio Cornelio Balbo el Mayor). Fue un militar y político hispano, de la familia de los Balbo, originiaria de Gades. Se distinguió en las campañas cesarianas de Egipto, Oriente, África e Hispania, fue cuestor de la Hispania Ulterior en el año 44 a. C., y luego quattorviro, propretor. Fue senador y procónsul de África donde obtendría una gran victoria sobre la tribu sahariana de los Garamantes. Llevó un gran botín a Roma en el año 19 a. C. y fue el primer general extraitálico en hacerlo. Construyó varios edificios públicos en Roma y en Gades ensanchando la ciudad y su puerto, y escribió un tratado sobre cuestiones religiosas llamado Exegeticon, y una tragedia, Iter.
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