18 de enero de 2009

Carmona - Sevilla

Carmona presume de altar


http://www.elcorreodeandalucia.es/noticia.asp?idnoticia=4424170095099093095097424170

Nada mejor para hacer un sacrificio que un buen altar, y Carmona presume de tener uno de los mejores que nos dejaron los romanos. Ahora esta pieza, conocida como el ara votiva de Canama, es el eje central de una exposición en la Necrópolis que recorre las tradiciones rituales de la Bética romana.

Y es que la ciudad está muy orgullosa de su ara, hasta el punto de que la Sociedad Arqueológica de Carmona, fundada en 1885, se inspiró en ella para diseñar su sello. La pieza, un altar de sacrificio romano perteneciente a la colección del recinto arqueológico, es ahora objeto de esta exposición monográfica.

Desde el pasado viernes hasta el 16 de abril puede admirarse este altar destinado a sacrificios rituales, bastante singular por sus características. Como señalaron en la inauguración el profesor de la Universidad de Sevilla José Beltrán y el director del Conjunto Arqueológico de Carmona, Ignacio Rodríguez Temiño, es “una de las piezas más importantes de la colección de la Necrópolis, sobre todo por su simbología”.

Muestra de esta importancia es que la Sociedad Arqueológica de Carmona tomó como propios los símbolos de la pieza y los incorpora a su sello distintivo allá por el XIX. En concreto, el logotipo hace referencia a una jarra, un cuchillo y una bandeja, todos ellos utensilios rituales grabados en la pieza que centra la exposición.

Jorge Bonsor. Pese a formar parte de la colección de la Necrópolis, esta pieza fue descubierta por el arqueólogo inglés Jorge Bonsor en el término municipal de Alcolea del Río. Concretamente, la localizó en el yacimiento donde se sitúa la ciudad de Canama, floreciente asentamiento romano dedicado al comercio fluvial y la alfarería, una de las varias etapas de la ruta que desde el Guadalquivir surtía de ánforas de vino y aceite a la mismísima Roma.

Por lo que hace a la protagonista de esta historia, el ara en cuestión, es una pieza circular realizada en mármol de 50 centímetros de alto por 36 de diámetro. Este tipo de altares circulares tiene su origen en época griega, de donde se tomará durante la República romana para pervivir, en sus líneas básicas, a lo largo de todo el Imperio.

Además, parece que este altar en concreto pudo tener también cierta importancia religiosa en épocas posteriores. Según las hipótesis de algunos investigadores, ya en la época paleocristiana pudo servir de urna funeraria para los restos de algún santo. El relleno de barro que existe en el interior de la pieza hace pensar a los estudiosos que aún pudiese albergar huesos en su interior, enigma que sólo resolverán trabajos arqueológicos más detallados.

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