11 de octubre de 2007

Yecla - Murcia

Finalizan las excavaciones arqueológicas en Torrejones y Cerro del Castillo en Yecla

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Durante el tiempo que han durado los trabajos se han efectuado labores de limpieza y se ha comenzado a excavar en un nuevo edificio

Las campañas de excavaciones en los yacimientos de Los Torrejones y el Cerro del Castillo han finalizado. El director de las excavaciones Liborio Ruiz considera que se han conseguido los objetivos previstos al inicio de las mismas el pasado mes de julio.

En la novena campaña de excavaciones arqueológicas efectuadas en el yacimiento romano de Los Torrejones se han realizado trabajos de limpieza del yacimiento y reposición de los perfiles, se ha revisado la planimetría y también se ha trabajado en la excavación de una parte de un recinto fortificado fechado en el siglo VI.

Ruiz Molina, también ha informado, que en Cerro del Castillo, ésta es la decimoctava campaña, se ha terminado de excavar el edificio de la panificadora y se ha comenzado a trabajar en uno contiguo. Además se ha completado la excavación de la totalidad de la planta de la panificadora integrada por dos hornos, uno de gran formato y un segundo más pequeño, una zona de bóvedas o almacenes, zona de molienda y una habitación para el despacho de pan. La construcción estaría fechada entre los siglos XII y XIII.

El director de las excavaciones se ha mostrado satisfecho con las jornadas de puertas abiertas que se han celebrado, a las que han acudido un gran número de visitantes y en las que los propios estudiantes que han trabajado en los trabajos, han ejercido de guías sabiendo explicar a los ciudadanos la labor que han realizado durante este tiempo.

El Yacimiento de Los Torrejones: Introducción

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La villa romana de Los Torrejones se encuentra en el paraje homónimo localizado a 3 km al este de Yecla. Fue una de las 4 grandes villas (junto a las de Marisparza, Casa de la Ermita y El Pulpillo) en torno a las cuales se estructuró el territorio y la explotación agropecuaria en la zona de Yecla en época romana. Se encuentra en una encrucijada de varias vías naturales que comunicaban el Levante con Andalucia y la costa mediterránea con la meseta.

Abarca una extensión aproximada de más de 4 kilómetros cuadrados, de los cuales sólo se ha excavado una mínima parte. Los materiales recogidos en el terreno documentan que la ocupación de este terreno no se limita exclusivamente a la época romana, sino que se extendería desde época ibérica (SS V-IV a.C) hasta bien avanzada la Edad Media (siglo XIII) al final de la dominación islámica.

Es un yacimiento conocido desde antiguo. Ya en 1797, el canónigo Lozano, en su libro Bastetania y Contestania en el Reino de Murcia, recogía datos sobre el yacimiento. Posteriormente otros autores, como C. Gil en Fragmentos de Historia de Yecla (1797), P. Jiménez en Historia de Yecla (1865), también estudiaron y describieron los restos arqueológicos de la zona de los Torrejones. Incluso, a finales del siglo XIX, Los Torrejones fueron excavados en dos ocasiones, en los años 1847 y 1879.

Durante la década de los 80 del siglo pasado, la villa fue objeto de numerosas campañas de excavaciones que han sacado a la luz los restos de un importante conjunto residencial romano, restos que han sido consolidados, protegidos mediante una carpa, vallados y acondicionados para la visita del público.

La villa en época romana

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Aunque la cerámica hallada en las excavaciones del yacimiento y de su entorno indica un poblamiento en época ibérica, la primera fase de la villa de Los Torrejones es de época romana, en concreto en torno a los siglos I y II d.C.

El estudio de las estructuras conservadas ha permitido a los arqueólogos definir varias fases constructivas en la villa, pudiendose fechar cada una de ellas no sólo por la técnica constructiva empleada, también por el material que aparece asociado a ella. De este modo se produjo una remodelación de los espacios de la villa a finales del siglo II o inicios del III d.C. Más tarde, durante el siglo IV, se realiza una nueva reforma; construyeron un pórtico, añadido al cuerpo principal de la villa y pavimentaron uno de los suelos de las termas con un mosaico.

El establecimiento rural de Los Torrejones continuó en uso aún con la desintegración del Imperio Romano; la cerámica hallada documenta la utilización de la villa durante los siglos V y VI d.C, periodo en el que además se debió realizar alguna transformación parcial más, ya que durante los trabajos de excavación se halló un capitel, que remataba la parte superior de las columnas y servía como descarga de arcos y bóvedas, fechado en el siglo VI d.C.

A partir del siglo V d.C el Imperio Romano sufría una grave crisis; las diferentes invasiones de pueblos bárbaros, culminarían con la desintegración del imperio en numerosos reinos. En el caso de la península ibérica, la sucesivas invasiones de pueblos germanos, norafricanos y bizantinos, dieron lugar a un largo período de inestabilidad que, en el caso de Los Torrejones, provoca su abandono.

Se inicia así un largo período, desde el siglo VI hasta, aproximadamente, los siglos X-XII, entre los cuales la arqueología no ha podido arrojar luz, existiendo un vacío temporal de más de 400 años aún sin resolver.


De la Edad Media a la actualidad

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Durante los últimos siglos de la dominación islámica en esta zona, ss. XI-XII, algunos de los espacios de la villa debieron ser reaprovechados, reformándolos mediante el recrecimiento parcial de algunas estructuras con muros de tapial, técnica constructiva islámica. En el área de Los Torrejones hay una serie de piletas de piedra asociadas a construcciones termales romanas, además de una obra subterránea, reforzadas con arcos de medio punto y yeso.

A partir del XIII, la villa será abandonada definitivamente. Durante más de 500 años las estructuras estarían a la vista de todos, aprovechando los pobladores de la zona sus sillares, sus mármoles, columnas, capiteles …etc. para construir sus propia edificaciones. Algunos de los muros serían demolidos, rellanadas las habitaciones con sus propios escombros con el fin de aprovecharse para el cultivo.

Durante el siglo XIX, la incipiente valoración de los restos arqueológicos por parte de eruditos e historiadores, contribuyó a su conservación, logro que hoy en dia es un hecho, gracias a la compra de estos terrenos por el Ayuntamiento, a la excavación y estudio de la villa por parte de arqueólogos, a la puesta en valor para que pueda ser visitada y a la musealización de sus materiales más importantes en el Museo Arqueológico de Yecla.

La villa de Los Torrejones, además de ser un establecimiento rural de gran importancia, tanto por su extensión como por la magnitud de sus restos, y de ayudar a la compresión del poblamiento rural romano en la comarca del Altiplano ha sacado a la luz gran cantidad de restos arqueológicos. Entre estos restos destacan fragmentos de mosaicos, mármoles: Hércules viandante y un fragmento de un sarcófago con una escena denominada “Reparto del Trabajo”, otro fragmento de sarcófago pagano, llamado “Del banquete”; placas de mármol con decoración vegetal, numeroso fragmentos de pintura mural, monedas y por su puesto, un amplísimo repertorio de cerámica romana que abarca casi 700 años.

La villa

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La villa de Los Torrejones constituyó durante la Antigüedad una unidad espacial fundamentada en la orografia y la explotación de los recursos naturales de la zona del Altiplano, ofreciendo a sus pobladores una zona agrícola muy rica, bien comunicada y protegida, lo que explica la larga continuidad de todas la villas, tanto las de Yecla como las de Jumilla.

Las villas de Yecla, tanto de las Torrejones, como la de Marisparza, La Emirta o el Pulpillo presentan una serie de características comunes; dominan grande extensiones de terreno cultivable, llanas, en las cercanías de infraestructuras viarias; hay una fuerte influencia del componente indígena, experimentan una crisis durante el siglo III, viven el período de mayor auge durante la primera mitad del IV d.C y suelen tener una amplia pervivencia en el tiempo.

Este último aspecto se atestigua claramente en la villa de Los Torrejones. Fue ocupada, de manera continuada, al menos durante 600 años; un periodo tan largo obligaría a sus habitantes a numerosas reformas destinadas a reparar espacios, a crear nuevos y acondicionarlos al gusto de los sucesivos habitantes de la villa. En la etapa inicial, las estructuras se caracterizaron por su sencillez arquitectónica: muros de piedra unidas a hueso y pavimientos de tierra apisonada. Unas décadas más tarde la villa es arrasada, no se sabe si intencionadamente o no, y construida de nueva planta.

Tras un largo periodo de tiempo en la que el establecimiento rural de Los Torrejones apenas experimenta reformas, durante el siglo IV se produce una segunda gran reforma de la que la obra más importante es la construcción de unas termas pavimentadas con un pavimento de mármol polícromo. Uno de los aspectos destacables de la villa es la excavación de una torre. Es probable que la villa fuera un recinto rectangular, flanqueado en cada una de sus esquinas por una torre, con el fin no sólo de dominar su territorio, sino de protegerse en una época convulsa.

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