15 de abril de 2007

Puerto Real - Cadiz

Una villa romana para rescatar

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Dormida, bajo una capa de protección, la villa romana de Puerto Real espera su turno. Tiene pendiente la continuación de la excavación, la restauración de sus estucos y muros y sobre todo la puesta en valor definitiva.

Deberá esperar algo más. La Delegación provincial de la Consejería de cultura de la Junta trabaja actualmente en su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). Al mismo tiempo se está restaurando el mosaico aparecido en una de sus habitaciones y está en marcha el proyecto de creación de una cubierta para la reanudación de los trabajos. Unos pasos que le acercan paulatinamente a su futuro de exposición al público.

La Villa Romana del Mosaico del Barrio Jarana, como la denomina Cultura, es uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de la provincia de Cádiz. En sus más de 2.000 metros cuadrados aparecieron una veintena de estancias, muros, estucos policromados y hasta un mosaico presidido por el dios Baco en excelente estado de conservación.

Todo ello lo ha valorado Cultura para su tramitación como BIC en la categoría de monumento. Sin olvidar su importancia como testigo de la ocupación romana en esta zona y como útil instrumento para conocer un poco más sobre la vida cotidiana entre los siglos I y III de nuestra Era.

Hallada durante el desdoble de la Nacional IV en verano de 2004, aún puede ocultar nuevos tesoros. Los estudios de expertos, y las indicaciones de la arqueóloga que dirigió la excavación, María Luisa Lavado, apuntan a que la villa se extiende por debajo de la antigua carretera y en la finca que la limita. La arqueóloga incluso se atrevía a dar cifras y afirmaba, poco después del fin de sus trabajos, que podría quedar alrededor de un 20 por ciento por descubrir. El plan de la delegación contempla que una vez que esté lista la cubierta se reanuden las excavaciones. Por el momento, sin embargo, se está diseñando esta estructura temporal y no hay fecha para el inicio de la obra.

El nombre de villa responde a las construcciones agrícolas que se construían en las zonas rurales en la época romana. En el caso de la del Barrio Jarana, se cree que podría dedicarse a la producción de enseres cerámicos. Además, se sitúa en el paso de la antigua Vía Augusta, lo que le convertía en un punto estratégico entre la costa y el interior para abastecer de recursos y comercializar. La edificación contaba con dos pisos, aunque sólo se conserva la huella de la planta inferior y los restos de la escalera que daba acceso a la segunda.

Durante las excavaciones, que se desarrollaron entre verano de 2004 y enero de 2005, salieron a la luz una veintena de habitaciones y un patio porticado. También quedaron perfectamente definidas las dos partes de la villa: pars urbana (señorial) y pars rustica (dedicada a la fabricación de ánforas o al almacenaje de productos de primera necesidad).

Sin embargo, desde el primer momento, lo que más llamó la atención fue el rico colorido de los muros y estucos relativos a las estancias de la zona señorial. Rojos, verdes, azules y ocres, en motivos geométricos y florales, conservan con fuerza sus tonalidades a pesar del paso de los siglos. Su elevado nivel artístico y técnico es también una prueba del elevado nivel de vida de sus dueños, posiblemente, un rico comerciante.

El mosaico del dios Baco también supuso un extraordinario hallazgo. Se trata del más grande y mejor conservado de la provincia y, por ello, primer objetivo de la Delegación Provincial de Cultura. Desde el pasado mes de enero, la restauradora María Luisa Millán trabaja en su recuperación en un taller habilitado en el Museo Provincial. La limpieza de esta obra es laboriosa y está previsto que dure alrededor de un año.

Una vez que la villa romana esté lista para su apertura al público, el mosaico regresará a su ubicación original para que se pueda contemplar el conjunto en toda su monumentalidad.

Mientras los trámites siguen su curso, la Villa Romana del Mosaico del Barrio Jarana permanece protegida y cubierta hasta que llegue su turno. En febrero de 2005 se cubrió por una capa de fibra geotextil que la aísla de posibles daños. Tras pasar casi veinte siglos desapercibida para el ojo humano, poco a poco se van dando pasos para que vuelva a brillar y se convierta en un destino fundamental para conocer el pasado romano de la provincia gaditana.

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