6 de julio de 2005

Gijón - Asturias

El faro romano de la Campa Torres




http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=306850&pIdSeccion=46&pNumEjemplar=960


El Ara Sistiana del Tabularium formó parte de la torre monumental consagrada a Augusto en la península gijonesa

La Campa Torres (Gijón) es uno de los emplazamientos asturianos que primero mostraron su vinculación con el mundo romano. Desde el siglo XVIII, las campa?as arqueológicas planteadas en la zona localizaron muestras evidentes de que el lugar fue apreciado en época romana por el inigualable dominio del litoral que el cabo ofrecía.

Una de las primeras investigaciones que se pusieron en marcha fue la que se realizó en 1783 a instancia de Jovellanos, interesado en conocer la procedencia de una gran inscripción -denominada Ara Sistiana- conocida desde el siglo XVI.

Conservada en la actualidad en el Tabularium, el Ara Sistiana -adquirida en 1960 por Joaquín Manzanares- es un gran bloque de mármol, de 1,62 m de longitud por 0,80 m de altura y 0,50 m de grosor, que pesa 2,250 kg. Presenta una inscripción de cinco renglones con grandes letras cuya transcripción es la siguiente: «Al emperador César Augusto, hijo del Divino (César) tres veces cónsul, emperador con veinte salutaciones imperiales, pontífice máximo, padre de la patria, treinta veces investido con la potestad tribunicia (Cneo Calpurnio Pisón, hijo de Cneo) consagró este monumento».

Desde tiempo atrás se discutía la procedencia de las aras sistianas, que para algunos eran claramente asturianas y para otros de naturaleza gallega. Los muchos estudios sirvieron para asignar con seguridad su procedencia a la Campa Torres y ratificar la existencia de sólo un ara y no tres, como se pensaba. Pero faltaba aún por dilucidar el tipo de construcción a la que estuvo asociado este altar dedicado a Augusto. De esa tarea se han ocupado Carmen Fernández Ochoa, directora de las excavaciones de Gijón; Ángel Morillo, de la Universidad de León, y Ángel Villa, arqueólogo de la Consejería de Cultura. El camino no ha sido fácil si se tiene en cuenta que no quedan referencias materiales en el lugar donde se supone que se levantó la edificación. Las fuentes escritas hablan de uno o dos edificios, de los que hoy no queda ni rastro, probablemente debido a la construcción de búnkeres durante la guerra civil.

La propuesta del equipo que encabeza Fernández Ochoa da credibilidad a una litografía de Nemesio Fernández y a los planos elaborados por Manuel Reguera por encargo de Jovellanos que prueban la existencia de dos edificios en la zona. Los planos de Reguera presentan un macizo de unos veinte metros cuadrados de base rodeados por sillares que superan el metro, lo que indica un importante desarrollo vertical de la construcción, que pudo alcanzar los 15 o 20 metros.

Con estas premisas, los investigadores apuestan por una estructura claramente turriforme ubicada al borde del Cantábrico que puede ser la que proporciona una inscripción monumental, la llamada Ara Sistiana, la primera y única de estas características conocida en el norte de la Península, que alude a una consagración genérica al emperador Augusto en el a?o 9-10 d. C.

Fernández Ochoa cree que la torre tuvo carácter simbólico, pero también se pregunta si pudo cumplir alguna otra función además de mero hito conmemorativo. Llega a la conclusión de que un faro situado en la península de Torres prestaría indudable servicio a la navegación. Después de examinar la documentación historiográfica, los expertos han establecido la relación con la lápida de Calpurnio Pisón y apuestan por la existencia de una torre consagrada a Augusto en el extremo del Cabo Torres, que haría la veces de faro, el más antiguo del litoral Cantábrico.

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