Cosmopolita antes de Cristo
El arqueólogo Fernando Pérez Rebollo dice que la costa de Torrevieja alberga los restos de barcos fenicios, griegos y romanos hundidos cargados de plataL. SÁNCHEZ/TORREVIEJA
http://www.laverdad.es/alicante/pg050503/prensa/noticias/Provincia_Alicante/200505/03/ALI-CUL-207.html
Que Torrevieja es hoy día una ciudad cosmopolita no lo duda nadie. Pero lo que pocos saben es que lo es desde la más remota antigüedad. Las crónicas aseguran que Torrevieja existe hace poco menos de dos siglos, como pueblo primero, y con declaración de ciudad desde 1931. Sin embargo, algunos cronistas hablan de antecedentes poblacionales desde el siglo XII. Y a tenor de hallazgos arqueológicos encontrados en zonas costeras, puede afirmarse que ya en el siglo V antes de Cristo, las costas de Torrevieja eran frecuentadas por fenicios, griegos y romanos.
Así lo afirma el arqueólogo Fernando Pérez Rebollo, que explica que toda la costa mediterránea era zona de paso, comercial. «Desde la antigüedad existen rutas comerciales, de cabotaje». Y se?ala que «el comercio antiguo era eminentemente marítimo».
Escuchando a Pérez Rebollo es fácil representarse el intenso tráfico marítimo frente a las costas torrevejenses. E imaginar las riquezas que podrían estar hundidas en estas costas, de los muchos de los barcos que transitaban desde Cartagena hacia el norte, parando en Torrevieja, porque, como explica Pérez Rebollo, los barcos de tama?o medio que hacían el cabotaje «hacen jornadas, de unos cincuenta kilómetros, y sacan el barco a tierra, desmontan, lo ponen boca abajo y montan el campamento, cada noche, descargándolos».
Cincuenta kilómetros son los que separan Cartagena de Torrevieja. Por ello, los barcos que salían de su puerto, llegaban para pernoctar a las costas de lo que siglos más tarde sería conocida como la Ciudad de la Sal.
«Por mucho que hablen de que todos los caminos conducen a Roma, el comercio terrestre resultaba mucho más difícil, porque la orografía impide un comercio incipiente por tierra», mantiene. Por estas razones, resultaba, a decir de este arqueólogo torrevejense, que «era mucho más factible hacer el comercio por mar, aprovechando la costa y las corrientes, y está constatado por los hallazgos encontrados».
Hay que tener en cuanta, también, y como expone Pérez Rebollo que «un carro con unas mulas podía llevar veinte ánforas de aceite, y un barco podía llevar 3.000», argumento que avala la constante presencia de barcos en la costa torrevejense, donde atracaban en sus playas, en busca de agua y comida.
Aquellas naves, provenientes de Cartago Nova, la actual Cartagena, iban cargados de plata, de plomo, o de púrpura, un carísimo tinte que se obtenía de la concha de la murex purpurea, con el que se te?ían las capas de los emperadores.
Narra Pérez Rebollo, que «en Cartagena, cargaban los barcos de plata hasta que no cabía más, e incluso ponían anclas de plata, para poder transportar más cantidad de ese metal».
Cargamentos
Y no le cabe duda de que alguno de esos barcos pueda estar en las costas de Torrevieja, como otros muchos, «cargados de púrpura, o de garum, un condimento que se hacía con sal y pescado, y que alcanzaba un altísimo precio».
Algunas pilas que contuvieron ese garum han sido encontradas en los alrededores de lo que fueron las salinas de La Mata, donde no hay que olvidar, existen restos de un embarcadero romano.
De la presencia de núcleos poblacionales en la costa torrevejense, recuerda Fernando Pérez Rebollo, que da fe el historiador romano Aviano, que en su obra marítima, en la que hace una descripción de la costa, habla la de Torrevieja y Guardamar, «como un enclave comercial con una entrada en un Segura entonces navegable».
Aviano alude al «río Teodoro, con alusión al aporte de oro, y la ciudad de Adonis situada al borde del río, donde se detectó la famosa mezquita, sino que hay un yacimiento arqueológico bastante más importante, cubierto por las dunas», se?ala Pérez Rebollo hablando del Segura y de Guardamar de la antigüedad.
«Existen restos y se han encontrado, lo que pasa es que en esta zona de litoral, donde hay mucho aporte de limos y arenas que arrastraba el Segura, los mismos que formaron las playas, no sólo producen este resultado, sino que los fondos se colmatan de fango y es bastante difícil encontrar algo», expone Pérez Rebollo, para justificar la dificultad en dar con unos restos, de los que se cree, hay en abundancia en los fondos marinos, en los que «han aparecido restos anfóricos, y otras cosas».
Aludiendo a una máxima frecuentemente repetida por los arqueólogos, dice Pérez Rebollo en relación con las riquezas que pueda haber en las costas de Torrevieja que «conocemos aquello que se investiga, y encontramos aquello que se busca».
Y entre lo encontrado, muchas cosas dan fe de la presencia de un constante comercio por la costas de Torrevieja desde la antigüedad. «Cuando se encuentra uno una lata, se sabe de qué es, y se define según los colores y el tama?o, eso es aplicable a las ánforas», dice Pérez Rebollo, al afirmar que «hay diversos tipos que garantizan el contenido. Las ánforas también llevan su marca».
En la pedanía de La Mata se encontraron hace a?os «ánforas de vino itálico del siglo I, vino fabero que se traían, porque les gustaba más que el local que encontraban muy fuerte». Aparecieron también ánforas de aceite de la Bética. Y es que, como afirma Pérez Rebollo, en la antigüedad «se circunnavega el Mediterráneo desde Grecia hasta aquí». Por eso define al Mare Nostrum como «un charco que trasmite cultura».
3 de mayo de 2005
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