Mira al Río escondía una estructura romana con aljibe y torre conectados a la muralla
Los restos arqueológicos hallados en la calle San Roque datan de los siglos VIII al XII Las excavaciones continuarán y el alcalde reafirma su deseo de «poner en valor» la zona
ANTONIO J. ARMERO/CÁCERES
http://www.hoy.es/pg050426/prensa/noticias/Caceres/200504/26/HOY-CAC-055.html
Hasta hace cuatro días, una honorable familia cacere?a preparaba su cena diaria en el mismo lugar que sus antecesores de hace diez siglos utilizaban para abastecerse de agua. Tras la cal que revestía esas cuatro paredes, y bajo los baldosines o el parqué que adornaban ese suelo, había restos arqueológicos con un valor histórico. El suficiente, al menos, como para reunir ayer, en torno a esas piedras, a un director general, un alcalde, tres concejales, tres cámaras de televisión, un par de fotógrafos y una decena de periodistas.
La mayoría de ellos pisaba suelo hasta ahora desconocido. Ese firme ha surgido del olvido después de que las máquinas derribaran a finales de enero ocho viviendas en la calle San Roque, como un trámite más en el proyecto que cambiará el dibujo urbanístico en Mira al Río.
Y sucedió que las excavadoras sacaron a la luz restos arquitectónicos de épocas pasadas. Primero fue un pilar de mampostería de grandes dimensiones, y después algo más, que originó un mutismo absoluto que los responsables de la obra no abandonaron hasta ayer.
«Hallazgo importante»
Tras ver los restos de cerca, José María Saponi y Francisco Pérez Urban coincidieron en se?alar que se trata de «un hallazgo importante».
Aludían el alcalde y el director general de Patrimonio de la Junta de Extremadura al espacio abovedado que escondía una de esas ocho casas que ya no existen en la calle San Roque. «Es una bóveda de medio punto ligeramente apuntada», resume Cristina Sánchez.
La arqueóloga placentina dirige desde hace un mes y medio las excavaciones, en las que participan también una auxiliar y seis operarios. «Estamos ante una estructura histórica, está clarísimo que son sillares romanos», sentencia la especialista. «En un principio -continúa- pensamos que se trataba de una estructura hidráulica de captación de agua subterránea, pero nos despistó que no tuviera el revestimiento impermeabilizante propio de estas construcciones».
Esa tesis inicial es, a día de hoy, la más plausible, aunque con matices. «No tiene ese revestimiento porque creemos -desvela Cristina Sánchez- que se trata de una nave de captación de agua, pero no de lluvia, sino de algún manantial cercano, probablemente de La Ribera».
Lo saben porque tras ahondar en el suelo -han levantado ya unos 120 centímetros con respecto a la altura que tenía antes de las excavaciones- certificaron que el líquido no escaseaba, y que además, salía bastante limpio.
La auténtica noticia
Esa sorpresa inicial, sin embargo, es solo la mitad de la noticia. «El verdadero hallazgo es la conexión del aljibe con la muralla», explica Francisco Pérez Urban.
El valor de las revelaciones arqueológicas está en que permite reconstruir -previo ejercicio de abstracción, eso sí- la rutina de quienes en aquella época habitaran la construcción. La estructura hidráulica está conectada con una construcción defensiva, «posiblemente una torre castellana, puede que la Torre de los Pozos», aclara Cristina Sánchez.
De hecho, unas escaleras labradas sobre la roca -por la que ayer subió la excursión oficial -y protegidas por dos muros altos de los que solo queda una parte del trazo original en su base, comunicaban una estancia y otra. Así, cualquiera podía bajar de la torre al aljibe a por agua sin ser visto desde el exterior.
Esa relación del aljibe con una estructura defensiva, y por tanto con la muralla, es el punto de partida para los trabajos, que continuarán durante las próximas semanas.
Tarea posterior será fijar con la mayor exactitud posible el origen de los restos hallados, de momento datados en una época cronológica muy amplia, entre los siglos VIII al XII.
La excavación continúa a cielo abierto. Y ayer, también con el sol en actitud curiosa, quizás algo contrariado porque no puede entrar en el aljibe, tapados sus lucernarios por una lona negra. Hace diez siglos, quizás por esos dos huecos subían y bajaban cubos cargados de agua. Hasta hace cuatro días, su función era bien distinta: de ellos se servía el humo para escapar de una sartén de teflón, o puede que de una moderna vitrocerámica.
26 de abril de 2005
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