El tesoro histórico de las fiestas
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La conmemoración de Sant Joan evoca la importancia de la ermita protegida en el Montgó, testigo de la memoria colectiva de la ciudad junto a la Cova de l'Aigua y la caseta del Pare Pere
A. Ruiz, Dénia
Si las fiestas de Sant Joan que marcan el paso de la primavera al verano son tan veneradas en Dénia es porque, entre otras cosas, esconden una memoria histórica, que gira sobre un elemento primordial: la ermita de Sant Joan, un magnífico edificio del siglo XV que es Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1986. Pero en realidad la historia viene de más lejos: tiene que ver con el paisaje donde está enclavada la ermita, el lado Norte del Montgó, donde el monumento es sólo uno de los vértices del triángulo de hitos que han fraguado gran parte de los mitos colectivos de Dénia. Un triángulo que está conformado también por la Cova de l'Aigua, en el corazón del parque natural, y por la caseta del Pare Pere.
De esta forma, según rememora el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert, la historia comienza mucho antes, en el siglo I a.d.C.: hay restos arqueológicos -monedas, vasijas para el aceite- que permiten establecer que la Cova de l'Aigua era un santuario en la época de la república romana y también un punto geográfico crucial para el control militar de Dianium y de su puerto. Así lo atestigua la magnífica inscripción rupestre del siglo III de nuestra era, ya en época del Imperio, y que permite ratificar que sobre el a?o 238 hubo un destacamento de la legión VII o Gemina.
Después llegó la civilización islámica: también hay indicios de que en el Montgó existió una rápita, institución religiosa y, a la vez, fortaleza militar cuyo emplazamiento exacto aún se desconoce hoy en día. Y, más tarde, la Reconquista Cristiana, que donará al Montgó hasta 7 ermitas: en el siglo XIV se construyen las de Santa Paula y la de Santa Llúcia; y en el XV la gran estrella de esta crónica: el templo de Sant Joan.
Gisbert detalla que la ermita que ha recibido el nombre del santo es un claro ejemplo de la arquitectura gótica valenciana, como lo demuestran sus arcos u ojivales. Desde su origen, el recinto está compuesto por el templo y por una edificación donde habitaba el ermita?o.
Como tantas otras cosas en esta ciudad, Sant Joan tendrá su gran momento de gloria a principios del siglo XVII, cuando gracias al mecenazgo del Duque de Lerma, el gran valido de Felipe III, la ermita será enriquecida con elementos de gran valor artístico. En primer lugar el porche, caracterizado por su arcada serriana y que remite a los prototipos de la arquitectura clásica: «existe la hipótesis de que fue construida para honrar una de las visitas de Felipe III a Dénia, ya que este tipo de arquitectura efímera se realizaba para conmemorar la llegada de un rey o la gloria de un Dios», dice Gisbert. Rey o Dios: ningún elemento más. De la misma época es su pavimento, que presenta un mestizaje de ladrillos polícromos de estilo sevillano y otros procedentes de Manises.
Nuestro reloj histórico sigue avanzando: cerca de Sant Joan está la caseta del Pare Pere, espacio vital de un fraile franciscano tan venerado en Dénia como Fra Pere Esteve, «un hombre bueno y místico que trascendió a toda la Corte de Espa?a bajo Felipe IV». Cerca de allí otras referencias geográficas: las «Coves del Camell» y las sendas por donde el religioso caminaba hasta el convento de Jesús Pobre. «Un paisaje mítico y místico del siglo XVII» a?ade el arqueólogo.
Doscientos a?os más tarde, regresamos a la ermita de Sant Joan, que cobrará una notable importancia durante la Guerra de la Independencia «como punto estratégico y militar». Gisbert alude sobre todo a la crónica que de esos días dejó el mosén Francisco Palau Diego, que en el libro «El Llobarro» describe «las actividades bélicas de aquellos días y el papel de la ermita como elemento de resistencia o baluarte ofensivo para atacar la ciudad». Bebamos pues de las palabras propias de Palau: «Al hermita?o de S.Juan trajeron preso ? la carcel, unos decian que era porque havian avisado que havian estado allí los espa?oles, otros porque los havia albergado, por la tarde fueron 24 franceses ? traer otro brigante y pegar fuego ? la hermita, por la tarde (É) saquearon la hermita y la casa de Miguel Contri y todas las gentes se fueron por la ma?ana y ? donde pudieron y se les llevaron toda la ropa que encontraron».
27 de junio de 2005
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