Ángel Morillo se mostró satisfecho de la marcha del Congreso y fascinado por la visita al Bierzo. Morillo destacó que, aparte de los temas científicos abordados, el congreso «tiene una segunda parte y es dar a conocer a nuestros colegas la arqueología berciana y dentro de ésta los enclaves militares que aquí existen, ya, que tienen un indudable valor patrimonial de primera magnitud, pues es uno de los complejos amurallados, junto a Astorga y León, más importantes de la provincia».
En cuanto a su valor turístico, Morillo no dejó de reconocer la «importancia de estos vestigios que tienen una enorme potencialidad futura y que debería conseguir el ayuntamiento mantener sus planes para dar a conocer aún mejor este yacimiento», que es en muchos aspectos un gran desconocido del gran público, al contrario de lo que sucede con Las Médulas.
Según Morillo, Castro Ventosa, todavía plantea retos a la investigación arqueológica, pues «aún nos queda conocer la estratigrafía, que es como conocer las hojas de un libro que nos permitirá conocer el pasado de Castro Ventosa».
Los ilustres visitantes, recorrieron todo el perímetro de la muralla que protegía la meseta donde sus habitantes, hace 2032, a?os fueron desalojados por las legiones del emperador romano Augusto, admirando su solidez, altura y grosor, deteniéndose a observar con interés las recientes excavaciones realizadas en la puerta de acceso del poniente, donde no dejaron de admirar la clara estructura de defensa que allí ha sido descubierta.
La comitiva de expertos arqueólogos e historiadores estuvo acompa?ada por el alcalde de la villa, José Manuel Sánchez y por el senador por la comunidad de Castilla y León, José Giménez.
La visita tuvo asimismo un momento profano, alejado de los temas propios del congreso, que consistió en una recepción celebrada en la Bodega 'Agribérgidum', de Pieros, donde pudieron degustaron los excelentes caldos bercianos de esta premiada bodega y los magníficos productos de la comarca.
Los secretos de los ligures del siglo II antes de Cristo
http://www.elmundo-lacronica.com/cronicadeleon/articulo_03_redonda.asp?idart=2913559&idcat=
Si desde cualquier cordillera que rodea El Bierzo se observa la comarca, en su centro y hacia el noroeste se puede ver la colina solitaria que, en su parte oriental, forma en su mitad un pronunciado escalón y muestra en su cima una explanada rodeada de una fuerte muralla. En el II milenio a.C. los pobladores de la zona eran de raza ligur y hacían su vida en las terrazas y orillas de los ríos, pero siempre cerca de fortificaciones naturales que les sirvieran de refugio y defensa. Los romanos denominaron castros a estos cerros fortificados. Aquí se asentó la Berg-dum celta sobre la que las legiones de Augusto dieron su primera batalla de conquista, pero, a pesar de las invasiones y destrucciones, predominó el topónimo romano de Bergidum sobre la comarca que hoy se conoce como El Bierzo.
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