21 de marzo de 2007

Gijon - Asturias

Un mosaico de buenas impresiones



La composición de figuras geométricas de la sala de recepciones llama la atención por su belleza


Veranes tiene interés. 226 personas visitaron ayer la villa romana en la primera jornada de puertas abiertas tras la inauguración oficial del pasado lunes. La mayor parte de los visitantes se acercó a la villa en uno de los cinco grupos con visita guiada, dos de ellos de los viajes promovidos por el Ayuntamiento y los otros tres de vecinos de Veranes.
Las sensaciones de los visitantes no pudieron ser mejores. El paseo por las ruinas les permitió conocer cómo era la vida cotidiana de los gijoneses del siglo III de nuestra era, qué comían, cómo conseguían los alimentos, qué tipo de ganado tenían, a qué dedicaban el tiempo libre, cómo era una gran mansión romana y cómo se fue deteriorando. Todo ello contextualizado con la historia del Imperio romano (que era en realidad la historia del mundo en aquella época) y con la presencia romana en Gijón (Campa Torres y Cimadevilla). Agustín González González creció viendo las ruinas de la villa romana de Veranes. Nació en una casa con hórreo situada justo enfrente de la mansión de Veranius, el dominus romano de la zona allá por el siglo IV de nuestra era. Para él ayer fue un día especial. Acostumbrado a ver piedras que salían por encima de los arbustos, pudo saciar su curiosidad sobre los secretos que guardaba la maleza. «Se decía que eran ruinas, pero nadie les prestó la mínima atención hasta que el párroco de la abadía de Cenero, Manuel Valdés Gutiérrez, empezó a trabajar por ellas». Y le gustó mucho lo que vio. «No me esperaba algo tan espectacular, quedó muy bien y vamos a volver en el verano». Rosario Torre, esposa de Agustín González, es cubana, y aunque lleva muchos años viviendo en Gijón no perdió el tradicional y alegre acento caribeño. La visita le satisfizo plenamente. «Hace 30 años, cuando eran las niñas pequeñas, se decía que había algo y como una de las fincas era de la familia, jugaban dentro y se imaginaban que eran habitaciones. Merece la pena ver todo esto, trabajaron mucho durante 25 años, pero el resultado es ideal», señaló.
El mosaico de la sala de representación y recepción de visitantes es, sin duda, la estrella de la villa. Así lo atestiguó Gerardo Cuesta Rodríguez, gijonés de pro y entusiasta de la historia local. «Es una pena que no se haya conservado el rosetón central del mosaico, pero se hizo una recuperación estupenda». Gerardo Cuesta asegura que ya había oído hablar de las ruinas e incluso que las anduvo buscando a bordo de su Seat 600. «Se hablaba de que había cosas interesantes, pero no encontré nada. Sólo vi una especie de torreón con maleza y no me imaginaba que hubiera todo esto». Gerardo aplaude la iniciativa municipal de dar a conocer a los vecinos lo que considera una «gran riqueza» del concejo e insta a los gijoneses a conocer su historia. «Conozco todas las excavaciones que se hicieron. Y en las termas entré allá por el año 57 o 58 con unos amigos. Entramos por un registro del alcantarillado, de forma ilegal claro. Tenía yo 17 o 18 años».
Gerardo Cuesta fue en familia. Le acompañaron su esposa, dos hermanas, una sobrina y un cuñado, Juan González, que también alabó la obra realizada. «El conjunto está muy logrado. Se restauró muy bien y merece la pena perderse aquí una mañana», indicó. Verónica Madera es gijonesa y Alfredo Alonso de Madrid, pero viven en Lanzarote y estuvieron de vacaciones en Gijón. Se marchan ya, pero no quisieron hacerlo sin visitar la villa romana. «Vimos mucha publicidad por la ciudad y en los periódicos, y la familia también nos animó a venir. Nos entró el gusanillo por verlo y la verdad es que merece la pena. Todo está muy bien organizado y es bonito, además de muy instructivo», indicó.
Laura Carnicero y Aarón Pérez son gijoneses. Tampoco ellos quisieron perderse la visita del primer día de las jornadas de puertas abiertas. «Me trajo ella, pero me gusta», reconoce Aarón Pérez. «Se están haciendo muchas cosas ahora en Asturias y merece la pena conocerlas. Ya conocemos todo, desde la Campa Torres a las termas y ahora rematamos con la villa». Ambos reconocen que no tenían «ni idea» de que hubiera una villa romana en Veranes.
Hortensia Margusino es zamorana, pero vive en Gijón desde hace 40 años. Llegó a Veranes con la excursión que organizó el Ayuntamiento y acabó encantada con la visita. «Me gustó mucho todo lo que vi. Son cosas antiguas que te llevan a otros años y otros momentos de la historia». Hortensia conoce casi todo lo que oferta Gijón para conocer su historia, aunque reconoce que le faltan algunas «modernidades» como el Jardín Botánico y el Acuario que, señaló, «es un poco caro porque yo estoy en el medio, no soy lo suficientemente mayor para que me pille la entrada reducida de los mayores ni me pilla la entrada de los jóvenes». La mujer destacó, sobre todo, la buena conservación de las edificaciones originales. «No hay nada como la piedra. Estas construcciones no se caen, no como las de ahora, que a los pocos años ya hay que retocar», afirmó.
La villa romana de Veranes está situada a 12 kilómetros de la ciudad y se accede a ella a través de la AS-18, la antigua carretera de Oviedo, ahora en obras. Las jornadas de puertas abiertas se prolongarán hasta el próximo 8 de abril. El Ayuntamiento pone a disposición autobuses gratuitos desde la plaza del Instituto, a las 10.30 horas, previa inscripción en las oficinas de atención al ciudadano.
El horario entre octubre y abril es de 10.00 a 17.00 horas. Los sábados, domingos y festivos, de 11.00 a 18.00 horas. Los lunes está cerrado como los museos gijoneses, y los domingos la entrada es gratuita. La villa, además, estará cerrada el 1 y el 6 de enero, el Martes de Carnaval, el 1 de mayo, el 15 de agosto y los días 24, 25 y 31 de diciembre.

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