La suntuosidad romana de la Encarnación
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sevilla. Mosaicos, fustes y basas de columnas, un busto funerario, epígrafes, cerámicas, tejas y ladrillos romanos, evocaciones de una Hispalis de pasado artesanal y después doméstico, y más tarde de una Isbilia con acento rural... Toda la sinfonía arqueológica orquestada en los algo más de 6.000 metros cuadrados que conforman el solar del Mercado de la Encarnación está siéndole ganada a la tierra para su restauración, futura reposición y disfrute público dentro de la cripta arqueológica que lleva aparejada el proyecto Metropol Parasol dise?ado por el arquitecto alemán Jürgen Mayer.
Semejante pedazo del corazón de Sevilla no podía permanecer ajeno a la sensibilidad patrimonial, máxime cuando la arqueología, en el casco histórico, es siempre de urgencia y se ve limitada a unos por lo general escasos metros cuadrados. En la Encarnación no, como ya sucediera con el Castillo de San Jorge en Triana, el otro paralelo de obra pública con pretexto de mercado de abastos con que cabe parangonarlo.
La fertilidad de la Encarnación no se agota. Los arqueólogos van ya por la sexta campa?a de excavaciones, cuya finalidad no es otra que la de desentra?ar el caudal pretérito en aquellas zonas del solar que se verán especialmente afectadas por la construcción de la cimentación que habrá de sostener las ya famosas setas o ficus del proyecto Metropol Parasol. En total, nueve cimientos (unos, los correspondientes a las setas, más voluminosos que los otros, simples pilares de no más de un metro de diámetro) repartidos todos por el terreno con tino, aducen los técnicos, de modo que la pérdida arqueológica sea mínima al haber fijado los objetivos sobre zonas secundarias o de menor interés relativo para su puesta en valor.
Así es que el solar de la Encarnación está estos días tomado por arqueólogos y hormigoneras. Cinco son los sondeos abiertos por los primeros, quienes tienen la encomienda de agotar todos los estratos históricos en cada punto. No en vano, una vez se documenten los vestigios, se procederá a su extracción, dejando estas zonas expeditas para alba?iles e ingenieros, que llegado el momento ejecutarán la cimentación prevista. No desaparecerán los restos ni se amontonarán en ningún museo, sino que serán reintegrados a su cota original para configurar un yacimiento que será visitable.
Y es que no es poca la relevancia de lo aparecido hasta ahora, máxime si se tiene en cuenta que de Hispalis apenas se han localizado hasta ahora retazos que han arrojado más dudas que certezas. El de la Encarnación constituye, pues, un hito a partir del cual explicar la evolución de la ciudad desde época romana. Un hito que sigue dando de qué hablar a los especialistas y concitando la atención de los ciudadanos.
La última campanada arqueológica es el hallazgo del mosaico mejor conservado de todos los contabilizados hasta ahora. Se trata de un pavimento cuadrado de unos cuatro metros de lado que mantiene intacto su emblema central, a la sazón el motivo ornamental principal del mosaico. Dos pájaros que chocan sus picos en ademán de darse un beso lucen su colorido y bella ejecución apoyados sobre lo que se antoja una suerte de jarrita. La limpieza que se practicará al mosaico arrojará más certezas. Por ahora el emblema recuerda al de la pavimentación que da nombre a la Casa de los Pájaros de Itálica (Santiponce). Se sabe también que los pájaros están hechos de pasta vítrea polícroma, contribuyendo a ensalzar el conjunto la serie de motivos vegetales que los circunda.
El mosaico ha aparecido prácticamente entero. Tan sólo presenta pérdidas en su parte superior izquierda y central, debido en buena medida a que fue seccionado para la construcción de un pozo en época almohade (siglos XII-XIII).
Una vez fotografiado el mosaico, se iniciará su inmediata extracción al objeto de consolidarlo y limpiarlo. Con respecto a su cronología, se data en el siglo III de nuestra era, siendo coetáneo de los otros cinco mosaicos que han aparecido enteros y de los muchos de los que no han quedado más que fragmentos.
Al hallazgo del mosaico de los pájaros hay que unir de modo inevitable el que los arqueólogos califican como "el primer retrato romano documentado en excavación en Hispalis". Se trata del busto de un hombre maduro y barbudo, de notable ejecución, que según se sospecha habría sido expoliado y trasladado, como varios epígrafes funerarios reutilizados en algunos muros, desde una necrópolis cercana, acaso en las inmediaciones de la calle Regina. De ser así, estaríamos ante el retrato de un difunto, el mismo que los restauradores están tratando al objeto de limpiar la suciedad y presencia de hongos que presentaba en media cara.
Aunque menos espectacular pero igualmente contundentes, los muros romanos que han aflorado son de tal calibre y nivel de ejecución que demandan un sistema de extracción delicado. Será por esto por lo que se recurrirá al corte con hilo de diamante, una técnica cara pero fiable que se usará a gran escala para desmontar un potente tramo de muralla y barbacana en la calle San Fernando con motivo de la construcción de la estación del metro en este enclave.
En la Encarnación la operación será menos voluminosa, pero asegurará los mismos resultados: seccionar los muros de las domus o casas romanas en paquetes encofrados y transportables, todos perfectamente georreferenciados de forma que, una vez construidos los cimientos portantes del proyecto de mercado de abastos y demás espacios a?adidos, puedan ser restituidos justo donde estaban.
Hablamos no de las estructuras de fines del V o principios del VI, cuya fábrica combina piedra y ladrillo, sino de esos otros potentes muros que datan del siglo I (los más antiguos de la ocupación de esta zona de la ciudad) compuestos a base de pilares de ladrillos y tramos de tégulas y que, dada su consistencia, no fueron demolidos con el paso de los siglos, permaneciendo en uso nada menos que hasta el siglo VI. Será a éstos a los que se aplicará este sistema de corte, mientras que la extracción de las otras estructuras emergentes, menos delicadas por ser más comunes, está en marcha.
La intervención en ciernes, iniciada a fines de abril, se prolongará cuatro meses, lapso durante el que se proseguirá documentando lo ya antevisto durante la excavación del tramo central del solar: que esta zona de la ciudad se configura hacia el siglo I como un núcleo artesanal vinculado al puerto de Sevilla, lo que se explica por la cercanía del solar al Guadalquivir, que por esta época discurría por la zona del Duque, erigiendo la Encarnación que conocemos en uno de los puntos de tráfico de mercancías de ultramar. Corroboran esta tesis los hallazgos de una factoría de salazones, donde se preparaba el pescado y el célebre garum.
Entre finales del I y comienzos del II, se ha detectado un abandono de la zona coincidente con la reorganización de la zona portuaria. Periodo que se extendería hasta el III, centuria en la que comienza la urbanización de esta zona. Es el momento de las domus espaciosas y suntuosas, como la Casa de las Columnas, la de las Basas de Columnas (debajo de la cual se halla la citada factoría de salazones) o la de los Nudos. A las que a?adir, como consecuencia de la progresiva cristianización del mundo romano, la construcción de un complejo eclesiástico erigido según los esquemas procedentes del norte de África, a la sazón el primer templo conocido de la ciudad.
Trato especial para el complejo eclesiástico
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Dos son las zonas más relevantes del solar (y por tanto tendrán especial protagonismo en la futura cripta arqueológica): la conocida como la Casa de las Columnas, ya estudiada en una fase anterior y ahora enterrada mientras duren las obras; y la del complejo eclesiástico, de la que en un sondeo apareció su contraábside y la domus en que se apoya, bautizada como Casa de los Nudos, ambas datables hacia finales del siglo V o inicios del VI. Es por esto que se habla de complejo eclesiástico, un modelo del que se ha encontrado un paralelo exacto en las excavaciones practicadas en el Parc Central de Tarragona. Es precisamente este complejo el que aún resta por excavar en su mayoría, labor que el equipo de arqueólogos que dirige Fernando Amores estima merecedora de un proceso de investigación a salvo de las urgencias de obra actuales, pues se trata de la guinda del yacimiento. De hecho, no se descarta postergar su excavación hasta que, una vez inaugurado el Metropol Parasol, el público pueda visitar la cripta y, en ella, a los arqueólogos desmadejando sus secretos in situ.
12 de junio de 2005
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